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¿Que significa la medicina del deseo?

El fenómeno de la medicalización de la vida en el primer mundo crea adicción, en ocasiones perversa, de manera que la demanda de servicios sanitarios por parte de la población termina por hacerse virtualmente infinita, sobre todo porque el concepto de salud y enfermedad ha cambiado. Este incremento de la demanda es motivo de preocupación por parte de sanitarios, gestores y políticos. 
 
Y se intenta atender en un contexto de avances científico-técnicos en continua evolución, exigencia de ofrecer la máxima calidad asistencial y limitación de recursos destinados a la atención sanitaria. Difícil tarea.
En este desdibujado mundo de la salud y enfermedad se ha acuñado el término de “medicina del deseo”, según denominación del psicólogo alemán Matthias Kettner, publicado en la revista Ethik Med en el año 2006: “el nuevo paciente (mejor nuevo cliente) ya no necesita de los saberes y procedimientos médicos para convertir el sufrimiento de la enfermedad en la infelicidad de la normalidad, sino que precisa de tales saberes y procedimientos para aproximar y ajustar las condiciones del propio cuerpo al estilo de vida que desea”. En la medicina estética puede verse la primera muestra (estructurada y organizada) de lo que significa la medicina del deseo, pero un reciente artículo especial de Medicina Clínica analiza ejemplos de deseos que pueden satisfacerse mediante intervenciones médicas, algunas ya bien reconocidas: deseo de engendrar un hijo con un determinado sexo (diagnóstico preimplantacional para la selección sexual), deseo de alumbrar un hijo en una determinada fecha (cesárea programada, en el que el deseo no se define bien si es de los padres o del propio ginecólogo), deseo de modificar los atributos sexuales (mamoplastias, alargamiento de pene, etc), deseo de mejorar la potencia sexual (sildenafilo), deseo de un mayor rendimiento físico (eritropoyetina, esteroides, etc), deseo de una apariencia juvenil (tratamientos antienvejecimiento), y muchos más.
Los dos autores de este artículo especial son doctores en filosofía. Uno de ellos, el Dr José Luis Puerta, también es médico y nos tiene acostumbrado a estudios y reflexiones humanistas y filosóficos en el entorno de la medicina, como director de la revista “Dendra Médica, Revista de Humanidades” (y que, anteriormente, recibía el nombre de “Ars Médica. Revista de Humanidades Médicas”). Conviene leer con detalle el artículo, en el que queremos destacar algunas reflexiones, como el comentario de que en la situación actual de la medicina se esperan cosas contradictorias. Por ejemplo, en la salud maternoinfantil, por un lado se evitan los embarazos no deseados (sirviéndose incluso de prácticas abortivas) 
y, por otro lado, se debe disponer de medios tecnológicos que satisfagan el deseo de tener hijos con el sexo y características que mejor se adapten a las preferencias parentales, además de asegurar la viabilidad de recién nacidos extremadamente prematuros. Se comenta que estas aparentes contradicciones se desvanecen si aceptamos que los fines de la medicina ya no son solo prevenir o curar la enfermedad, sino también satisfacer los deseos individuales.
Con esta nueva redefinición de la medicina, aceptar la enfermedad y las molestias que le son consustanciales empieza a parecer una injusticia. Y por ello, por ejemplo, los padres no entienden que en el siglo XXI no seamos capaces de ofrecer un remedio eficaz e inmediato para eliminar los mocos o la tos.
La “medicina del deseo” dificulta el camino al deseo de una medicina que intente ofrecer la máxima calidad con la mínima cantidad (de intervenciones) y en el lugar más cercano al paciente.

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